DÍA 16 - ABRIL 18


Hoy la vida me chocó de frente con uno de mis más grandes miedos: el saber que el amor de mi vida me va a abandonar probablemente pronto.

Luquitas llegó a mi vida cuando yo tenía 16, era tan chiquito y esponjoso que era muy difícil no confundirlo con un peluche. Apenas habiendo llegado a casa, mi enano se enfrentó de cara con la muerte, pero salió victorioso… Ese cuerpito que no medía ni 30 centímetros había sido más fuerte que cualquier enfermedad y comenzó a crecer. Cuando tenía 5 años de nuevo la desgraciada quiso arrebatármelo, esta vez de un problema en el corazón, pero lo que ella no sabía era que a él ese manguito le daba para mucho más y que no se iba a detener por un simple capricho suyo.

A los 7 años fue una pulmonía la que lo dejó hospitalizado algo más de dos semanas con un pronóstico reservado, pero fue entonces cuando su ángel de la guarda en forma de doctor apareció y se lo rapó de las manos de nuevo a la maldita. Sin embargo, no todo fue color de rosa, como consecuencia, la funcionalidad de los riñones de mi muchacho quedó bastante reducida. Pero con todo y eso, él pudo seguir adelante.

El año pasado sus riñones no querían dar más pelea, y de nuevo estuvimos todos los días en el veterinario con la vida deshaciéndoseme en cada minuto. Pero a qué no adivinan quién pudo con todo eso… ¡Obviamente el man estaba decidido a no dejar este planeta!

Hoy mi Luquitas vomitó temprano y le hicimos la visita respectiva al doc… Pero no había buenas noticias. Habiendo cumplido casi 10 años de existencia en este mundo, a mi bebé los riñones no le dan más. Su energía vital está gastando las reservas y le está consumiendo el cuerpo. El doc nos dijo que es nuestra última batalla y puede que no salgamos victoriosos de esta. Hoy fue el día en el que supe que mi muñeco se me va a ir y yo no sé cómo lidiar con eso.

Pachis (uno de los tantos nombres que le tengo a Lucas) no sólo es la luz de mi existencia, es alguien que me ha salvado la vida muchas veces y me ha levantado de la cama cuando la tristeza me ha penetrado los huesos (pero solo en esas ocasiones, porque cuando se pone en modo pereza, nadie puede decirle que toca levantarse). Tener que entender que su tiempo ha llegado es algo que me desestabiliza completamente, es como perder mi horizonte. Lo único que he podido hacer es llorar y llorar durante todo el día a su lado, sintiendo cómo el corazón se va desmoronando con cada lágrima que cae… Él no entiende qué pasa, solo me mira con sus ojitos negros, se apapacha a mi lado como creyendo que con eso va a ser suficiente y vamos a estar felices de nuevo.

Mi mono es un valiente que siempre ha sobrepasado las expectativas, pero hoy, aunque me duela el alma, no puedo pedirle que luche una vez más, no puedo ser tan egoísta con él. No sé si saldremos de esta, pero pase lo que pase, estaré a su lado hasta el final tratando de hacer lo mejor posible… Me dejo la vida en sus ojitos y sus paticas, no sé qué va ser de mi cuando el momento llegue, pero espero de todo corazón no tener que averiguarlo prontamente.

Recuerden que pueden ver el proceso en las InstaStories de mi página de Instagram, y también pueden darle click derecho a la imagen y seleccionar abrir enlace en una pestaña nueva para verla en tamaño real.

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