ASÍ FUE



A Juan Gabriel lo conocí muy tarde… Sabía de su existencia, sí, pero no fue hasta que construí una relación muy cercana con Chavela y José Alfredo que lo escuché por casualidad.

Yo estaba acostumbrada a rancheras mexicanas muy “viscerales” por decirlo de algún modo, de voces graves y quebradas, muy adoloridas… Con melodías melancólicas y letras realmente devastadoras. Cuando escuché por primera vez a Juan Gabriel de manera consciente, me encontré con ese universo que tanto me atrae, pero al mismo tiempo se sintió “bonito”. Su voz y sus letras hacen que la tristeza de sus canciones sea capaz de romper el alma con cariño, con amor.

Las rancheras entonces abrieron sus posibilidades ante mí, podían doler mal, pero también podían doler bien y eso me fascinó. Tiempo después conocí su historia y debo admitir que fue gracias a su serie (que aquí entre nos, me sacó mares de lágrimas) que entendí de dónde venían esas letras, de dónde salió todo ese universo que se construyó alrededor de Juan Gabriel y comprendí no solo su música sino también a su persona, y no me refiero a Juan Gabriel sino a Alberto Aguilera Valadez. El señor Aguilera para mí es alguien que no fue corrupto, al menos en cuanto a lo que sus sueños se refiere. Desde pequeño su intención fue una sola, compartir su música y aunque todo estuvo en su contra, lo logró y es gracias a su lucha que hoy por hoy, en su muerte tantos lo lloramos y lamentamos su pérdida.

Se fue Juan Gabriel el músico y se fue Alberto Aguilera el soñador, ambos fueron un solo personaje lleno de colores,, genuino y real. Me alegra haberlo disfrutado y admirado en vida, y aunque lamento nunca haberlo visto, me quedan sus canciones y sus historias, que les aseguro, lo harán inmortal.

Allá en el cielo, junto a Chavela y José Alfredo estoy segura que se están montando una fiesta de las grandes, con mucho tequila, música y amor eterno.

Juan Gabriel, "donde esté hoy y siempre, yo te llevo conmigo (...) No me dejes nunca, nunca, nunca, te lo pido por favor".

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